Cuando estás en tu mat de yoga te encuentras con un lado más profundo de ti mismo. Todos los temas externos y las preocupaciones quedan fuera de la figura para llegar a un estado de meditación, donde solo queda tu esencia. Descubres tu verdad interior, esa vibración especial que cada uno tiene.
Cuando compartimos momentos con la familia y lo hacemos desde este lugar profundo, es cuando podemos conectarnos realmente, comunicándonos desde el corazón. Risas y juegos en un plano donde te das cuenta que por dentro todos somos iguales y al mismo tiempo únicos.
Solo en un estado de completa presencia, podemos observar los paisajes que viven en nuestro interior. Aquí descubrimos que más allá de los temores impuestos por el desafío de pertenecer a esta sociedad y más allá de los obstáculos mundanos, todos somos niños que buscamos ser felices, divirtiéndonos con las sorpresas que nos presenta el Universo. En el mat, algunos somos niños inquietos, otros niños sabios, hay niños artistas y otros científicos, pero todos queremos lo mismo: dar y recibir amor. Tal vez esa es la esencia de la felicidad.
Entonces, ¿cuáles son los resultados que obtenemos a través de la conexión profunda con uno mismo? ¿Y cómo nos sentimos al compartir esta experiencia con nuestros seres queridos? En primera instancia los practicantes se sienten más relajados tanto física como mentalmente. Al percibir nuestra naturaleza de amor, los problemas pasan a un segundo plano y entendemos que a pesar de cualquier circunstancia, ese calor humano siempre estará ahí adentro. Comprendemos que no vale la pena estresarnos con lo que sucede en lo cotidiano, pero aún más importante, descubrimos que todos tenemos la capacidad de controlar ese estrés y el Yoga es una herramienta para hacerlo.
Otro resultado que observamos en los practicantes de Yoga, es el afianzamiento de su autoestima. Hemos comprobado que al practicar junto con la familia este resultado se potencia generando lazos más fuertes y saludables. Todo ello ocurre en varios niveles:
-Físicamente: Realizando las posturas de Yoga y la respiración consciente, desarrollamos un lazo de comunicación con nuestro cuerpo y posteriormente una relación armoniosa con él. Primero experimentamos un acercamiento al movimiento y a la belleza de todo lo que te permite hacer tu anatomía. Luego, conocemos nuestros límites y los aceptamos con amor. Practicando constantemente, comenzamos a disfrutar de las sensaciones en el cuerpo y el placer físico de estirarte y moverte con fortaleza. De pronto estás subiendo al micro y te das cuenta que trepaste de un salto sin esfuerzo, o te encuentras sentado en la oficina con la espalda erguida que ya no te duele: esta relación con nuestro cuerpo incrementa la seguridad en uno mismo.
-Mentalmente: Te conoces mucho mejor. En una clase de Yoga, los profesores siempre harán hincapié en que observemos nuestros pensamientos y la manera en la que reaccionamos a ciertos estímulos externos (estrés, hábitos, información). Se trata de ver con más claridad nuestros patrones mentales, que pueden ser propios o adquiridos del entorno familiar y social. Mientras vamos profundizando, conocemos mejor cómo funciona nuestra mente (cada quién percibirá algo distinto) y gracias a esta conexión podemos empezar a decidir qué patrones mentales son beneficiosos y cuáles deseamos descartar. De pronto, ya no nos dejamos llevar por la corriente, reaccionando sin entender por qué. Te conviertes en el artista de tu vida. Hemos visto que al compartir este proceso con tu familia, se genera un respeto muy grande hacia la individualidad de cada miembro, abandonando las etiquetas que sin querer habíamos puesto en nuestros hijos o hermanos. Vernos por dentro, es ver los dones que nos regaló la vida, nuestras peculiaridades, pero también nuestras penas y temores. Para llegar a comprender a nuestros hijos, padres o hermanos primero tenemos que ser capaces de entendernos a nosotros mismos con claridad y compasión. Naturalmente, cuando lo logramos, este amor se expande al entorno familiar.
-Espiritualmente: Te amas y valoras. Amas y valoras a cada miembro de tu familia aceptando sus diferencias y admirando sus virtudes. Cada uno en su mat, es un ser único y perfecto, todos juntos, somos una fuerza de luz y amor. Poco a poco se establece una base sólida en la estructura del árbol genealógico, entendiendo nuestro papel en esta familia, no como una jerarquía, pero si como un equipo fuerte y sano dónde cada quien ocupa su lugar con amor. Cumpliendo nuestro rol dentro el equipo familiar, se afirman nuestras raíces.
¿Cómo percibe el Yoga un niño? Dependiendo de las edades, generalmente un niño pequeño puede entrar en estado de meditación con mayor facilidad que un adulto. La naturaleza espontánea y libre de los niños enriquecen las clases de yoga en familia porque nos inyectan su energía lúdica y efusiva. Un niño percibe el Yoga como un juego más. Una oportunidad de disfrazarse y jugar a ser un yogui. Esta inocencia lo lleva a conectar directamente con la esencia de la práctica, obteniendo todos los beneficios ya mencionados. En las clases en familia, los profesores de yoga siempre comentamos entre risas que los verdaderos maestros son los niños. Así que cuando vemos a un padre preocupado que viene a practicar con sus hijos porque quiere que se relajen, tratamos de mostrarle esa naturaleza juguetona para que pueda comprender a sus pequeños desde otros ángulos.
En Zenda Yoga Centro Holístico trabajamos con yoguis de todas las edades y hemos logrado ver los resultados. Sin embargo, siempre recomendamos a los padres que cada miembro de la familia venga a clase por voluntad propia, porque es importante que este proceso se dé de manera natural y no forzosa. El Yoga es una disciplina muy amplia que invita a compartir y es por eso que tanto aquí como en otros centros, la comunidad puede encontrar un espacio de paz, que se necesita a gritos hoy en día. Queremos promover una vida más consciente y este cambio inicia en uno mismo, luego se va contagiando a toda la familia y finalmente cada familia expande esta energía a su entorno, creando una sociedad consciente y más feliz. El niño yogui compartirá su luz con los amigos del colegio, el padre o madre yogui trasmitirá su alegría en la oficina, en el parque, y así la bola de nieve continuará creciendo. A futuro Zenda Yoga tiene la misión de descentralizar esta filosofía llevándola a todos los rincones de nuestra ciudad. Ese es mi sueño y creo que lo comparto con muchas personas más.
Sasha Blume Bisiak
Fundadora y directora de Zenda Yoga Centro Holístico. Chef Vegetariana. Profesora de Yoga y meditación.
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