Cargamos con un peso extra que no hace más que entorpecer nuestros pasos hacia delante. Estos ladrillos son el pasado, y no solamente nos referimos al pasado lejano como los recuerdos de infancia, hablamos de todo lo anterior a este instante presente. Incluso esta tarde, probablemente sostuviste un diálogo contigo mismo sobre los asuntos de esta mañana o el día de ayer. Muchas veces estos diálogos son nocivos o pesimistas y te los repites constantemente tratando de hallar una solución o incluso culpándote. Es la viva imagen de un mártir arrodillado, dándose de latigazos para pagar por sus pecados.
Muchos de nosotros, incluyéndome, aún conservamos el chip del castigo insertado en alguna parte de nuestro subconsciente. Te dices una y otra vez: “hoy le respondí a mi jefe en el trabajo y no le gustó. No fui un buen amigo. Pude hacerlo mucho mejor.” Son murmullos desesperados que buscan un alivio, un desfogue a todo aquello con lo cual no estás satisfecho, a pesar que sabes que la perfección no existe. Son voces en tu cabeza que parecen tener alma propia, producto de la falta de control que ejerces sobre tu mente. ¡Basta! Despierta y comprende que solo tú puedes darte el consuelo que necesitas, escuchándote y amándote.
Buscarás afuera una y mil veces como un niño que patalea frente a sus padres sediento de amor. Lo único que encontrarás es un apoyo momentáneo, ya sea demandando energía de otra persona o elevando tu dopamina con alguna adicción como las drogas, el azúcar, las redes sociales o incluso el ejercicio, y si bien unas son más nocivas que otras, serán un atenuante momentáneo que luego se transformará en un vacío: El famoso círculo vicioso. Si miras todo esto desde afuera, verás que es absolutamente innecesario dejarte afectar por el pasado, verás que son ladrillos atados a tu espalda y que irónicamente la solución real está aquí en el presente. Puedes desatar la cuerda ahora, si es lo que quieres.
Esto nos lleva a dos realizaciones. La primera: si queremos controlar nuestro presente, primero debemos tomar la importante decisión de soltar los ladrillos. Es un proceso que cada uno vivirá de forma distinta y a su tiempo. A veces cargamos con ladrillones muy pesados que no logramos identificar fácilmente. A veces son pesos menores correspondientes a las responsabilidades diarias y laborales que deberíamos dejar reposando en nuestro lugar de trabajo pero nos acompañan hasta el hogar. Existen muchos métodos para soltar: el yoga, la meditación, las terapias holísticas son una gran ayuda. Siempre acompañadas de autoanálisis y una gran dosis de amor y compasión, cada alma encontrará su método.
La segunda realización: a partir de ahora, tendremos que registrar los pensamientos que fluctúan por nuestra cabeza todo el tiempo. Sabemos que es un trabajo difícil pero la práctica hace al maestro. A mí me funciona la meditación y el yoga. Practico todos los días soltar lo que ya no me sirve y pongo mucha atención a mis frecuencias mentales. Cuando descubro una vibración que no me gusta, la atrapo antes de que se enraíce, respiro hondo y regreso a mi estado de paz.
Los pensamientos son el alimento de nuestra mente. Podemos consumir pensamientos chatarra que la contaminarán o podemos decidir consumir pensamientos de calidad como el amor, la sabiduría, la bondad o el arte, que nutrirán nuestra herramienta creativa: la mente. Sé feliz AHORA.
Sasha Blume Bisiak
Fundadora de Zenda Yoga Centro Holístico.
Chef Vegetariana. Profesora de Yoga y meditación.
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